miércoles, diciembre 27, 2006

Narraciones de la Mística Urbana X


Semper Eadem

Solo. No es novedad. Es mi constante. Algunos lo ven como tragedia. Para mí un privilegio. Bebo cerveza. Llevo rato leyendo a Baudelaire. No entiendo mucho de poesía. Es demasiado confusa para mí. Su lógica es irracional. Verdadera.

Versos. Me hacen consciente mi soledad. Es de noche. Solo. Siempre solo. Mis amigos llaman. Van estar en un bar. En realidad odio salir. No me gusta estar con la gente. Odio la falsedad. Me molesta el ruido. De todas maneras salgo. Demasiado Wagner y Baudelaire por hoy.

Llego al lugar. Encuentro mis amigos. Pido una cerveza. Este lugar me agrada. Es difícil encontrar esta cerveza. Piel ámbar, poco burbujeante, sabor ligero. Tomo unas cuantas. Comienza el efecto. Recuerdo entre líneas al poeta francés

Que tu vengas del cielo o del infierno. ¿Qué importa?
¡Oh, Belleza!, ¡monstruo enorme, espantoso, ingenuo!,
Si tus ojos, tu sonrisa, tus pies, me abren la puerta
de un Infinito al que amo y nunca he conocido.

De Satán o de Dios ¿qué importa? Ángel o Sirena,
¿Qué importa, si tú haces –hada de ojos de terciopelo,
ritmo, perfume, fulgor, oh mi única reina–
el universo menos horrible y menos pesados los instantes?

En realidad estoy ebrio. Siento fuego. Necesito materializarte Belleza. Te encuentro. Vaya coincidencia. Eterno retorno a ti. Soledad, noches de soledad he pasado a tu lado. Me saludas con sorpresa. Estás a la defensiva. No te culpo. Siempre te lastimo. Siempre te hago pensar que te necesito y te amo. En realidad me amas. Tu tragedia es que yo no. Soy frío. Sé que no te amo. Sé que me amas. Sé que puedo lastimarte en cualquier segundo. Estarás siempre ahí para mí.

Hace mucho que no nos veíamos – Dices con el tono ataráxico que tan mal te sale. Puedo ver en tus ojos lo mucho que me odias por amarme. Lo mucho que deseas besarme y que diga que te amo y necesito. Sabes que lo diré. Sabes que iremos a mi casa. Crearás una fantasía. Recordarás lo que en un pasado fue real. Lo siento hermosa. Simplemente soy frío. Deseo besarte, perderme en tu piel. Hacerte creer que te amo. Sentirlo.

Llevamos varios tragos. Ya es noche. Tus amigos y los míos ya se han ido. Prometí llevarte a tu casa. Sabes que no lo haré. Terminaremos en la mía. En mi cama despertaremos. Prepararás el desayuno. Me bañaré. Luego lo harás tú. Te irás y prometeré llamarte. Por un momento me creerás. Al otro día volverás a odiarme. Nos alejaremos y no volveremos a encontrarnos. Hasta que el destino vuelva a divertirse un poco.

¿Soy una mala persona? No lo sé. Soy una persona sola. La soledad te orilla a muchas estupideces y sin sentido. La consciencia no es problema. Carezco de ella. Para mi fortuna soy demasiado irracional. Baudelaire se cuela de nuevo por mi mente. Recuerdo unos versos.

¡Oh, Satán, apiádate de mi vasta miseria!

¡Tú, que dejas en los ojos y en los corazones de las mujeres el culto de la llaga y el amor a los harapos!

Lo siento. No podemos huir de nuestro destino. Soy tu destino, tu trágico destino. Sufrirás un poco por mí. Sabrás que no te amo y pretendo engañarte. No te martirices. En realidad lo disfrutas. Al menos un poco. Sabes que dentro de todo el sufrimiento hay un momento en el que te soy sincero. En donde te digo que eres importante en mi vida. No puedo olvidarte. No quiero hacerlo.

El destino nos puso juntos. No por eso hay justicia. Tu pecado fue amar más. Mi penitencia estar solo.

Cpt. Y. Sparrow

lunes, diciembre 18, 2006

Narraciones de la Mística Urbana IX


Destino

No he dormido. He conducido sin sentido. Cualquier lugar era mi destino. Detuve el coche para ver la ciudad. No creí haber manejado tanto como para poder observar toda la ciudad. El sol amenaza su regreso. El viento frío lastima mis manos. No sé cuanto llevo fuera del coche. Mirada fijamente perdida. Vacío. Llevo pensando demasiado tiempo. Odio pensar. En verdad lo odio. Reflexiones sin conclusión de algo que ya sé. No por eso logro comprenderlo. Tengo pretexto para embriagarme. Jamás es necesario un pretexto. Solamente trato de justificar algo que no entiendo. He prescindido de copas. El tinto comienza a revelar su finitud. Simplemente no será suficiente.

Pienso en que he fallado. Comienzo a creerme una mala persona. Veo hacia atrás. No he sido una mala persona. He sido un hijo de puta. Me deprimo aún más. Preferiría saberme un cabrón. Saber que mis errores no fueron esto. Errores. Todo sufrimiento causado por mi estupidez hubiera sido intencional. No por esto tendría una consciencia tranquila. Al menos, sabría que soy una mala persona. No sufriría. La maldad jamás se arrepiente de algo tan bello.

Pienso en las veces que he dicho te amo. La primera sin saber su significado. Otra, por querer responder igual. La última, simplemente no me creyeron. No quiero creer en la soledad como destino. Creo tener mucho. Me tengo fe. Ese es mi error.

Ya no quiero pensar. Conseguí mi propósito. Depresión y embriaguez. Disfrutaré de la noche que agoniza. Tal vez sea análogo. El sol no tarda. Terminaré con el tinto. Regresaré a casa. Quitaré tu foto. Dormiré. Trataré de olvidar. Por lo menos, me engañaré que estoy olivando.


Cpt. Y. Sparrow

viernes, diciembre 08, 2006

Narraciones de la Mística Urbana VIII


Amor, Disolución de Amistad

Estoy ebrio. Visión borrosa, confusa e indiferenciada. La realidad se deforma. Mi subjetividad se apodera de la realidad. Mi racionalidad se ha suspendido. La intuición se ha apoderado de todo buen juicio. Funciono por impulsos, instintos. Soy primario. Primitivo. La racionalidad que a veces tanto odio se atenúa. Ahora todo es más claro y distinto.

Tenemos tiempo sentados. Uno frente al otro. Platicando, escuchándonos, riendo. Los varios vodka tonics nos han relajado. La compañía cada vez es más fluida. Hemos perdido noción del tiempo. Más alcohol y perderemos sentido de la responsabilidad. Otro tanto y dejaremos de pensar del todo. Entonces, seremos sinceros. Honestidad.

En realidad he disfrutado la tarde. Ahora ya es de noche. Una simple comida entre amigos. El alcohol nos hace más íntimos. Corremos riesgo de suprimir tal amistad. Te veo. Pienso en lo mucho que puedo platicarte y tú lo dispuesta a escucharme. No necesito impresionarte con temas snob. La plática va del sin sentido a lo absurdo. Por eso es tan inteligente.

Estás ahí. Siento una atracción hacia ti. En realidad estoy haciendo consciente tal atracción. Siempre había estado ahí. Subyacente a mi racionalidad. Obstáculo de mis deseos. Quiero besarte. Eres mi amiga. No puedo arriesgar una amistad por un desenfreno de sensualidad. Pretexto por alcohol. En realidad. Ya no quiero que seas mi amiga. En realidad quiero tenerte. Tampoco quiero que me consideres tu amigo. Ahora seremos pasión. Seremos más. Ya no es un simple deseo. Ahora en verdad quiero besarte. No es el alcohol. No es falta de juicio. Quiero estar junto a ti. Besarte y saber que sientes lo mismo.

¿Robarte un beso? Sería cobarde. No lograría mi objetivo. Me decido. Pretendo decirte mi sentir. Decirte que te deseo y ahora te necesito. No sólo para hoy. Para mañana y días después. Ojala al infinito. Estoy creando fantasías. Pensando de más. Extrañamente el alcohol me ha hecho pensar de más.

Me he quedado mucho tiempo callado. Lo sospechas. Me conoces demasiado. Intuyes lo que pienso. Me encanta que me conozcas tanto. Me causa seguridad. Confianza. ¿Qué piensas?- Sabes lo que pienso, pero quieres oírlo. Quieres escuchar que te deseo. Lo mucho que me importas. La tanta necesidad que me causas. Deseas escucharlo. Me causa cierta certeza. Creo piensas lo mismo. Te contesto – Me gustas, quiero besarte, estoy enamorado – no me da miedo tu respuesta. Somos amigos. Jamás nos haremos daño. Nunca nos mentiríamos. Siempre estaremos el uno para el otro. Me ves fijamente. Intentas posar toda tu mirada en mis ojos. Lo siento, se te ha olvidado que somos amigos. Conozco todas tus debilidades. Sé cuando mientes. Sé cuando estás insegura. Sé lo que sientes sin que me lo digas. Sabes que lo sé. Sigues mirando. Pones aquella mirada. La que no corresponde con tu deseo. Me dices con mirada insatisfecha – No puedo, somos amigos, no quiero arriesgar una amistad. No quisiera ponerme en una posición en la que pudiera lastimarte –. Por un momento creo tienes razón. Y te contesto como experto en el tema – Jamás nos lastimaríamos, nos conocemos. Somos incapaces de hacernos daño. Nos sabemos todo. Nos tenemos confianza. Nos brindamos seguridad. Nuestro amor siempre ha sido puro. Jamás nos hemos herido. Jamás podríamos hacernos daño –. Nos quedamos en silencio. Sabes que hay verdad en lo que digo. Contestas con sensatez – No, somos amigos, quiero que sigamos siendo amigos –. Acepto tu decisión. No me quedo satisfecho. Te haré entrar en razón con el tiempo. Sabrás que lo de hoy no es causa del alcohol. Te darás cuenta que soy tu destino. Simplemente no lo sabes.

Había olvidado estar tan alcoholizado. El valet ha traído mi coche. En verdad resulta difícil manejar. Lo cual se vuelve más divertido. La noche convierte la calle en pretexto para probar velocidad. El frío es punzante. Me agrada. Bajo las ventanas. Hemos llegado a tu casa. Te miro. Silencio. Preguntas qué. Solo contesto lo bien que he disfrutado estar juntos. Respondes que tu también. Nos despedimos de beso. Beso de amigos. Mis labios intentan buscar los tuyos. Tú tratas de evadirme. Giras tu cabeza. No del todo. Me tientas. Nuestros labios se tocan parcialmente. No querías besarme. Tampoco deseabas impedírmelo. Me sonríes con inseguridad. Parecemos adolescentes. Te bajas del coche y te despides. Te vas pensando que el alcohol casi ocasiona una locura. Me voy pensando que mañana te haré ver de tu destino. El cual se nos ha revelado en un vaso. En una noche. Tú lo sabes. No quieres aceptarlo. Con el tiempo lo harás. Con el tiempo tendré ese beso de todos tus labios. No tengas miedo. Jamás nos haremos daño. Somos amigos.