lunes, abril 30, 2007

Narraciones de la Mística Urbana XVIII

Su filosofía era morir en cualquier día.
Su tragedia era que ese día no llegara.

-Marla Singer

Hit me as hard as you can.
I don´t wanna die without any scar

-Tyler Durden










Hic Et Nunc

El tequila era sólo un pretexto para decir lo que ya sabíamos. Miradas esquivas, palabras a una dirección, sentimientos dispersos. Alcohol. Una cicatriz, una herida jamás cerrada. No importa, creo el amor es así. Nada importaba, llamadas, pensamientos, imágenes, fotografías, canciones, recuerdos, sentimientos, miradas, nosotros. Las caricias eran palabras. Un corazón tratando de oprimir al otro era la constante. Tal vez en un momento pensé haberme equivocado, y tal vez, rectificar el camino. Pero pensabas demasiado y decidí no hacer ni decir nada. Tomé mis cosas, subí al coche, llegué a mi apartamento esperando tu llamada. Sabía llamarías, así lo hiciste. No había nada que decir, sabíamos todo. Yo estaría para ti, y tú aunque lo negaras, estarías para mí.

Cpt. Y. Sparrow

lunes, abril 23, 2007

Narraciones de la Mística Urbana XVII


Bluffing

Un partido insípido en la televisión, cervezas en la mesa, Natalie in the radio, una discusión sin sentido sobre la diferencia entre la cerveza Light y la Lager (es evidente la diferencia), y yo sigo perdiendo mi lote. Siempre he pensado que el Texas Hold’em depende más de habilidad, bluff, estadística, reading, que de suerte. Sin embargo, hoy he tenido peor suerte que un judío negro en Auschwitz. Reparten las cartas, Jake de tréboles y de espadas. Tengo un par de mano, doblo el big-blind, todos pagan, abren el flop; 2 de tréboles, Jake de diamantes y un 10 de diamantes. Es una mano segura, decido aventar mi escuálido resto. Dos de mis amigos lo pagan, realmente no era mucho. En el turn un King de espadas y finalmente en el river un inofensivo 3 de diamantes. Siento el derecho del lote, una buena posibilidad para triplicar lo que me quedaba y jugar de manera más suelta. Mis amigos se descubren. Un flush mata toda posibilidad de seguir en el juego. Frustrado y molesto por dentro me levanto de la mesa. Jamás me ha gustado perder, siempre es más divertida la victoria, sobretodo cuando hay dinero en juego. Voy a la cocina con intenciones de embriagarme un poco. El vodka se ha terminado, una botella de ron y otra de scotch son las opciones. Elijo por el ámbar escocés, hielos y solo un poco de ginger-ale. Bebo un poco, después otro más, finalmente se termina. Abro el congelador, saco hielos, sirvo el scotch, ahora menos del sparkling cristalino. A mis espaldas, siento que alguien entra a la cocina. No presto atención, de hacerlo tendría que hacer conversación. Mi trago es muy bueno y tengo flojera de inventar algo. No volteo. Sigo bebiendo de mi vaso y siento dos manos suaves deslizándose por mi cintura. Sigo frío e indiferente, actúo un poco. Doy un trago más fingiendo naturalidad y comienzo a voltear lentamente. Pudo haber sido cualquier otra. Tal vez N. quien estaba en la sala y con quien alguna vez había tenido un pasado. O tal vez S. quien ahora tenía un presente con uno de mis amigos. O posiblemente A. quien nunca ha podido olvidar el modo en que olvidamos la razón y nos perdemos en un bello sensualismo. No, no eras ninguna de ellas, lo cual era aún más excitante – Hola – de manera natural y con aquella sensación de dominio que sabes sólo tienes conmigo. Sabes de mi idiotez y de mi modo errático. Sin decir una palabra sujeto tu cintura y te acerco lo suficiente para que leas mis intenciones. Doy un trago largo a mi agonizante scotch, dejo el vaso de manera metódica en la mesa junto nosotros, subo la mirada en esos grandes y obscuros ojos que tanto me fascinan, mi mano en tu cuello y rostro, me tomo un momento para contemplarte, me pierdo en el negro de tu rimel y en el gloss de tus labios. Sin titubear me acerco a tus labios. Un pequeño beso el cual no es contestado. Es evidente tu sorpresa. Todo dominio anterior ahora me pertenece. Sonrío y vuelvo acercarme. Ahora me besas. Nos besamos. Eres sincera. Intento ternura. Sabemos de lo inevitable de nuestro destino. - ¿y ahora? – preguntas buscando una respuesta inexistente

- ¿Ahora….? Ahora, yo me voy a mi casa -

- ¿Me hablas en la semana? –

- Claro… -

Salgo de la cocina y del departamento de mi amigo. Camino hacia mi casa. No te preocupes L. prometo serte fiel. Prometo acordarme de ti por las mañanas, escribir algunas líneas y jamás enseñártelas, suspirar cuando piense en la forma en que me miras, imaginaré nuestro futuro y haré planes de nuestros viajes, las horas de insomnio serán tuyas, y al besar prometo pensar en ti, sólo en ti y en nadie más. Seré fiel. No te preocupes por mí. Seré fiel.

Cpt. Y. Sparrow

lunes, abril 16, 2007

Narraciones de la Mística Urbana XVI

Austin

La noche es agradable, fría y enigmática. Situación perfecta para caminar por la ciudad. El sentimiento de estar en una ciudad ajena exalta la posibilidad de aventura. Bares, luces, restaurantes, calles, autos, gente. La soledad no podía ser mejor compañera en esta caminata nocturna. A veces pienso que soy un poco huraño, tal vez lo sea, me importa poco. A un lado pasan niñas sedientas de una noche contingente y de escasa moral. Yo simplemente regreso las sonrisas que me han hecho.

Decido entrar a un bar. La música es adecuada, un Dj mezcla ruido tipo lounge con vocales femeninas bastante pertinentes. Me siento en la barra y pido un shot de tequila. El pretexto es un deseo de perder la racionalidad prontamente. Continúo con mi clásico vodka tonic. Es increíble la debilidad que presento ante el líquido cristalino. Disfruto mi salida solitaria. A mi lado, han llegado dos puellas increíblemente hermosas. Tez morena y nieve, blue and hazel eyes, cuerpo fino, cabello obscuro y fuego. Las observo por un minuto. Disfrutan su compañía y su plática, no han regalado ninguna mirada a los hombres del lugar. Dubitativo de acercarme a ellas me veo frenado por una imagen de un cálido y tierno beso. Ridícula y torpe escena hubiera sido acercarme a una pareja lésbica. Me siento tranquilo y olvido cualquier intento de contacto. Llamo al bar tender y pido otro trago. Minutos después siento una mano tersa en mi rodilla – are you alone? – en un errático y nervioso inglés contesto que espero a alguien. Me propone esperar juntos; Juliet, su novia Diana y yo. La conversación era libre y familiar, el alcohol era fugaz, la música un eterno continuo de emociones. Diana con una mirada en búsqueda de verdad y en una voz roja me pregunta cuál sería el mejor beneficio si yo fuera mujer – La seguridad de que a veces me vean como un objeto puramente sexual – contesto sin retirar los ojos de la mirada azul de Juliet. Era obvio que mi respuesta no resultó ofensiva para ninguna de mis nuevas amigas. Solamente aumentó el deseo de una por la otra. Ahora yo me sentía incómodo y fuera de sitio, tal vez era momento para retirarme y dejar la soledad para ellas. – Ya nos vamos a nuestro apartamento ¿Vienes? – dijo Diana mientras abrazaba a Juliet. – Gracias, prefiero regresar a mi hotel, no quiero estorbar – respondí estúpidamente. – Descuida, dudo mucho que nos estorbes – decía Diana en su voz rojiza. Infinidad de pensamientos atravesaban mi mente y deseo. En realidad no había nada que pensar, era imposible pensar. El instinto y la intuición resultaban mejores consejeras. Mi decisión no fue la mejor, pero sí la más acertada. Simplemente dije que no podía, di alguna razón estúpida y nos separamos. Regresé solo a mi cuarto y disfruté despertar por la mañana con esa ausencia de consecuencias y responsabilidades que tanto evito.