sábado, enero 27, 2007

Narraciones de la Mística Urbana XII

Primer Día

Pareciera haber una conexión entre el mundo y yo. La tristeza embriaga mi cuerpo. Un fracaso más. Sin embargo, este ha sido más significativo que cualquier otro. El gris del cielo es la mejor descripción. La depresión hace que duerma hasta tarde. Despierto y no distingo el tiempo. No sé si está amaneciendo o he dormido todo el día. En realidad no importa. El frío no puedo sentirlo. Toda mi sensibilidad es acaparada por otra razón.

Saco una taza. Sirvo agua. Saco de mi austera alacena la crema y el café. Caliento el agua. A los pocos minutos intento disfrutar de mi taza de café. En realidad es complicado. Me quedo inmóvil frente a mi ventana. Contemplo la inmovilidad de la ciudad. Pareciera que ella conoce mi dolor. El silencio en mi departamento es ensordecedor. Puedo escuchar mis pensamientos. Demasiado terror. Solo. Constante infinita de un azaroso destino escogido. Abrazo a la nada. El tiempo desaparece. Ya no hay movimiento. Todo se congela en esa gélida punzada de dolor.

Veo nuestra foto y pregunto que sucedió. Vuelvo a sufrir. No sé si haya respuesta. Posiblemente es tan irracional como el motivo que nos llevo a todo este desenlace. Prefiero ya no pensar en eso. Tal vez lo mejor que se puede hacer, es nada. Es claro que no hay respuestas para todo. Sentencia racional para algo tan irracional.

La tristeza es evidente. El hecho de ya no estar contigo es algo digno de depresión. No sé la causa. Puedo estar triste porque has sido la constante presente de una vida en busca de fantasmas. Saber que el amor no es para todos. Tal vez esté triste por lo mucho que no pude entenderte. O el hecho que nuestra incompatibilidad era inminente. Ya no quiero pensar. Prefiero quedarme con el recuerdo de ese sentimiento tan real vivido contigo .

El café se termina. Decido desayunar. La causa no es el hambre. Quiero ocupar mis pensamientos en otro lado. La imagen de todo lo posible que se ha vuelto imposible basta para un dolor circular.

El amor no es posible sin dolor. No es una garantía. Mucho menos conoce la justicia. Es una apuesta totalmente irracional por un deseo racionalizado de ser feliz. Ser consciente de tal irracionalidad no lo hace comprensible. Afortunadamente, las cosas más importantes de esta vida son ajenas a nuestra racionalidad.

Futuro. Proyección temporal de deseos presentes. Existen veces en que sus tierras se ven más lejanas de lo que aparentan. Otras, ni siquiera su silueta es visible. Y otras tantas parece un navegar en una noche sin luna y estrellas, habiendo olvidado el destino y el comienzo, confundido si el móvil avanza, retrocede, o se ha estancado. Perdiendo noción del arriba y abajo. Perdiendo sensación de uno mismo. Sintiendo extrañamiento de todo tu ser. Reflexionando que todo puede ser un mal sueño. Mañana no sé que sucederá. La seguridad no existe en el amor. Entrega irracional a algo totalmente inseguro. Estoy solo. Ya no estás conmigo. Regresamos al comienzo. Es un hecho. Estoy seguro de eso.

Escucho música para no pensar en ti. Es una canción en anglosajón. La música también pretende verme sufrir. Creo que será el primer día de este sentimiento. En mi mal inglés logro entender algunas líneas. Solo las que me hablan de ti. De nosotros. Save me a love song, drop me a line. Dejo de pensar.

Tell me a story
Where we all change
And we'd live our lives together
And not estranged…

No regrets / they don't work
No regrets / they only hurt…

I know from the outside
We looked good for eachother …


Remember the photographs (insane)
The ones where we all laugh (so lame)
We were having the time of our lives
Well thank you it was a real blast

Everything I wanted to be every
Time I walked away
Everytime you told me to leave
I just wanted to stay
Every time you looked at me and
Everytime you smiled
I felt so vacant you treat me like a child
I loved the way we used to laugh
I loved the way we used to smile
Often I sit down and think of you
For a while
I guess the love we once had is
Officially dead*

Cpt. Y. Sparrow

*líneas de Robbie Williams, No Regrets

martes, enero 23, 2007

Narraciones de la Mística Urbana XI


Infatuated

Llevo encerrado en mi departamento ya dos días. Solamente he contestado dos llamadas por teléfono. Una era referente a una tarjeta de crédito. Colgué de inmediato y de manera ruin. Lo siento, era demasiado temprano. La otra era una llamada de un amigo, preguntaba qué íbamos hacer. Respondí un “no sé”, que podría traducirse como un deseo estar solo y disfrutar mi soledad.

Siempre he sido solitario. Disfruto de estar solo. Algunos temen de la soledad. Para mí, es la mejor compañera. Paso el tiempo leyendo. Escucho música. Escribo un poco. Reflexiono otro poco. Me entretengo con música celta. Tomo algunas fotografías. Juego con la luz, el movimiento y la profundidad. Me obsesiono por el punto de fuga. Disfruto estar solo. Encuentro placer en lo que muchos podrían considerar depresivo. Comer solo es una de ellas. Ver una película es otra. Simplemente, la soledad, mi espacio es algo tan mío que no puedo compartirlo.

Hago consciente mi soledad. Me creo seguro, fuerte y omnipotente. Creo que vivir en la soledad forma el carácter. Nos hace más fríos y calculadores. Reflexivos y analíticos. Persuasivos, templados y prudentes. Suena de nuevo el teléfono. No tengo ganas de contestar. Desearía no contestar. Sin embargo, el timbre del teléfono activa un mecanismo de contestarlo. Es tan mecánico e irreflexivo. Podría razonar mi deseo y no contestaría el teléfono. Es imposible. El teléfono suena y yo contesto. De manera automática contestó con tedio y menosprecio – ¿Bueno? – me contesta la voz menos esperada. Mi seguridad se derrumba. Me vuelvo débil de manera instantánea. Conozco esa voz. No es que la reconozca. El motivo es que jamás la he olvidado. Siempre ha estado ahí. Aferrándose a mi memoria. En un pasado que he querido dejar y borrarlo. Cosa imposible – ¿Cómo estás? – me preguntas con esa voz que tanto me hace perder la razón. Miles de recuerdos pasan por mi cabeza en cuestión de micras de segundo. Aparento tranquilidad y te hago algunas preguntas intrascendentes sobre tu vida actual. Lo único que quisiera decirte es que te sigo amando y deseo que vuelvas a mi lado. Después de una plática bastante sosa preguntas si podemos vernos. El cuerpo se me duerme. La visión se me nubla. Se me entre-corta la respiración. El corazón comienza un golpeteo totalmente arrítmico. Me tiembla un poco la pierna. De pronto puedo sentir toda mi piel de un solo golpe. La boca se me seca. La razón. La razón ya no existe, de nuevo sé que la has podido suprimir. Te invito a mi casa y accedes inmediatamente. No me engañas, me hablas porque te sientes sola y deseas venir a mi casa. Acostarnos un rato y ver una película. Pedir comida y comer hasta sentirnos gordos. Besarnos uno al otro como si existiera amor. Amanecer abrazados el domingo. Desayunar en la cama. Dormir otro rato. Platicar sobre banalidades. Reírnos como adolescentes. Te sientes sola y sabes que no me amas y que me has lastimado infinitamente. Pero no olvidas que yo te amo y siempre estaré ahí para ti. Es una estupidez que te deje entrar de nuevo a mi casa. Yo me haré ilusiones. Pensaré que quieres comenzar de nuevo. Que te has dado cuenta de todo lo que te amo y ahora estás dispuesta a intentarlo. Otra vez estaremos juntos y pensaré que nunca tendrá fin. Pensaré que nuestro destino siempre ha sido estar juntos. Simplemente me estoy engañando. Racionalmente sé que sólo deseas no estar sola. Deseas que te abrace para que recobres fuerza y sigas con tu vida. Y de nuevo te olvidarás de mí hasta que te sientas sola de nuevo. Eres una obsesión azarosa y errática. El único motivo que recuerda mi debilidad e inseguridad. Te maldigo y te odio. Sin embargo no puedo esperar en el momento en que entres a mi casa. En que vea esa sonrisa que sólo guardas para mí.

Tengo miedo. Doble miedo. No sé si podré ocultar mis sentimientos. Dudo lograrlo. También tengo miedo de algo más terrible. Del momento en que te vayas de mi casa. No por quedarme solo de nuevo en mi departamento y seguir con mi vida normal. Sino porque ahora, recordaré que estoy solo porque tú ya no estás conmigo. No deseas estarlo. La soledad no es motivo de miedo. Solo me aterran los momentos en silencio, solo en mi cuarto, en mi cama, mirando la obscuridad a través de la ventana, y pensando en ti. Pensando lo mucho que soy feliz junto a ti, pero tú no puedes serlo conmigo. Seguiré pensando en ti, seguiré pagando ese precio por enamorarme. Infatuated. No te preocupes. Algún día ya no serás dueña de mis pensamientos y fantasías. En algún momento me libraré de tus cadenas. ’Til find somebody new…

Cpt. Y. Sparrow

martes, enero 02, 2007

Reflexiones Urbanas II

Gourmet Navideño

Sin duda, la cena es lo mejor de las festividades decembrinas. Aunque cada año es el mismo menú, nunca hay quejas al respecto. Son cenas peculiares. Todo mundo ya sabe lo que habrá. Sin embargo, este tipo de cenas sólo se sirven en esta época del año. Sería muy raro ir a un cumpleaños, graduación, boda o cualquier otro evento, y te encontraras con un pavo almendrado y una ensalada de manzana. Es peculiar el fenómeno. Debido a que son cenas repetitivas que sólo se dan dos días al año.

El menú es realmente exquisito. El tradicional pavo. Ya sea en sus múltiples modalidades; ahumado, almendrado, relleno, etc. En verdad es delicioso. A veces no logro comprender como un animal tan feo puede ser tan rico. La realidad es que un pavo vivo es horrible. Me pongo a pensar en la res, pollo, puerco, cabrito, etc. Y concluyo que son animales si no hermosos, si simpáticos. Pero el pavo en verdad es feo. Lo único simpático del pavo es su nombre mexicano, guajolote. No por eso es un nombre bello. Fascinante animal.

Otra delicia es el bacalao. Aquí hay discrepancia con mucha gente. Hay personas que sabiamente disfrutan de otra exquisitez. Sin embargo, existen otras tantas que no saben disfrutar este deleite. Fabuloso pescado nórdico. Simplemente el color es fascinante. Pocas cosas comestibles son naranjas. Omito las zanahorias porque no me gustan. Sin embargo, el bacalao es algo digno de alabanza e idolatría. Alguna vez escuché una definición por ahí, bastante acertada por cierto, decía el intelectual: “Es un atunzote naranja y bien pinche grande, pero no sabe a atún.”

Romeritos, pierna, lomo, puré de manzana, son otros tantos platillos tan solicitados en la temporada. Al igual que las pastas. Digna de honores es la pasta Alfredo. Delicia. Mezcla de tallarines y camarones. Pero camarones grandes y cabrones, no los pinches camaroncitos que se acostumbran en las paellas. El camarón debe ser suficientemente grande para satisfacer un bocado. Además, la pasta se prepara con varios condimentos y especias que ignoro. Sólo los conocedores de las artes obscuras de la gastronomía saben esta mezcla digna de alquimistas.

Aprovecho esta reflexión gastronómica para externar un altercado. Una molestia que me abruma por años. Malestar eterno y repetitivo. A veces me siento como Sísifo. Evidentemente yo no empujo una piedra. Pero el castigo parece eterno. Cada Diciembre, Navidad o año nuevo aparece. Es una especie de película de terror (género que es mejor conocido como de sustos o espantos) con múltiples secuelas. Por lo visto eternas. Ni siquiera Chucky o Freddy Kruger, han tenido tantas secuelas. Mi malestar se refiere a la pinche ensalada de manzana que años con años aparece en las mesas decembrinas. No sé a quien se le ocurrió este platillo navideño. Seguro a algún huevón. Este “platillo” es como mi papá dice, para el llene. Cuando el pavo, el bacalao, y todo se ha terminado, sólo la ensalada queda y pues ni modo, uno come para el llene. Odio esta ensalada. Ya sea con mayonesa o crema. Y luego algunas personas se atreven a poner almendras o nueces en esta ensalada. En verdad es molesto.

Aunque la cena de Navidad y Año Nuevo, y una que otra peda con motivos decembrinos, son deliciosas. Debo hacer una fuerte aseveración. El recalentado es infinitamente mejor. Así es. El recalentado sabe mejor que la misma cena. Además, el recalentado goza de una cotidianeidad más familiar. El glamour y la actitud fufurufa de la cena navideña o de año nuevo ya no son necesarios ni requeridos para el recalentado. El bacalao, tan sobrio y elegante, puede comerse en diferentes modalidades. Yo prefiero la torta de bacalao. Una delicia bajada del Olimpo por el mismísimo Zeus. Una fabulosa telera, mayonesa, mostaza, rajas y por supuesto, el excelso bacalao, son una delicia para el recalentado. Otra opción para el recalentado son los fabulosos tacos de pavo. Así es. Tortilla, pavo, salsa, aguacate y en algunas ocasiones frijoles. Ni Carlos V, Alejandro Magno, Napoleón disfrutaron de tan bella exquisitez. Lo importante del taco es el aguacate, mantequilla de los pobres y del pueblo, delicia arrancada del jardín del Edén. Fruta que demanda una elegía, poema, canción, himno o al menos un epitafio.

Lo importante del menú navideño es comer más allá de la saciedad. Ya sea en la cena de Navida o Año nuevo, o en los múltiples recalentados.

El Filósofo Urbano