martes, enero 23, 2007

Narraciones de la Mística Urbana XI


Infatuated

Llevo encerrado en mi departamento ya dos días. Solamente he contestado dos llamadas por teléfono. Una era referente a una tarjeta de crédito. Colgué de inmediato y de manera ruin. Lo siento, era demasiado temprano. La otra era una llamada de un amigo, preguntaba qué íbamos hacer. Respondí un “no sé”, que podría traducirse como un deseo estar solo y disfrutar mi soledad.

Siempre he sido solitario. Disfruto de estar solo. Algunos temen de la soledad. Para mí, es la mejor compañera. Paso el tiempo leyendo. Escucho música. Escribo un poco. Reflexiono otro poco. Me entretengo con música celta. Tomo algunas fotografías. Juego con la luz, el movimiento y la profundidad. Me obsesiono por el punto de fuga. Disfruto estar solo. Encuentro placer en lo que muchos podrían considerar depresivo. Comer solo es una de ellas. Ver una película es otra. Simplemente, la soledad, mi espacio es algo tan mío que no puedo compartirlo.

Hago consciente mi soledad. Me creo seguro, fuerte y omnipotente. Creo que vivir en la soledad forma el carácter. Nos hace más fríos y calculadores. Reflexivos y analíticos. Persuasivos, templados y prudentes. Suena de nuevo el teléfono. No tengo ganas de contestar. Desearía no contestar. Sin embargo, el timbre del teléfono activa un mecanismo de contestarlo. Es tan mecánico e irreflexivo. Podría razonar mi deseo y no contestaría el teléfono. Es imposible. El teléfono suena y yo contesto. De manera automática contestó con tedio y menosprecio – ¿Bueno? – me contesta la voz menos esperada. Mi seguridad se derrumba. Me vuelvo débil de manera instantánea. Conozco esa voz. No es que la reconozca. El motivo es que jamás la he olvidado. Siempre ha estado ahí. Aferrándose a mi memoria. En un pasado que he querido dejar y borrarlo. Cosa imposible – ¿Cómo estás? – me preguntas con esa voz que tanto me hace perder la razón. Miles de recuerdos pasan por mi cabeza en cuestión de micras de segundo. Aparento tranquilidad y te hago algunas preguntas intrascendentes sobre tu vida actual. Lo único que quisiera decirte es que te sigo amando y deseo que vuelvas a mi lado. Después de una plática bastante sosa preguntas si podemos vernos. El cuerpo se me duerme. La visión se me nubla. Se me entre-corta la respiración. El corazón comienza un golpeteo totalmente arrítmico. Me tiembla un poco la pierna. De pronto puedo sentir toda mi piel de un solo golpe. La boca se me seca. La razón. La razón ya no existe, de nuevo sé que la has podido suprimir. Te invito a mi casa y accedes inmediatamente. No me engañas, me hablas porque te sientes sola y deseas venir a mi casa. Acostarnos un rato y ver una película. Pedir comida y comer hasta sentirnos gordos. Besarnos uno al otro como si existiera amor. Amanecer abrazados el domingo. Desayunar en la cama. Dormir otro rato. Platicar sobre banalidades. Reírnos como adolescentes. Te sientes sola y sabes que no me amas y que me has lastimado infinitamente. Pero no olvidas que yo te amo y siempre estaré ahí para ti. Es una estupidez que te deje entrar de nuevo a mi casa. Yo me haré ilusiones. Pensaré que quieres comenzar de nuevo. Que te has dado cuenta de todo lo que te amo y ahora estás dispuesta a intentarlo. Otra vez estaremos juntos y pensaré que nunca tendrá fin. Pensaré que nuestro destino siempre ha sido estar juntos. Simplemente me estoy engañando. Racionalmente sé que sólo deseas no estar sola. Deseas que te abrace para que recobres fuerza y sigas con tu vida. Y de nuevo te olvidarás de mí hasta que te sientas sola de nuevo. Eres una obsesión azarosa y errática. El único motivo que recuerda mi debilidad e inseguridad. Te maldigo y te odio. Sin embargo no puedo esperar en el momento en que entres a mi casa. En que vea esa sonrisa que sólo guardas para mí.

Tengo miedo. Doble miedo. No sé si podré ocultar mis sentimientos. Dudo lograrlo. También tengo miedo de algo más terrible. Del momento en que te vayas de mi casa. No por quedarme solo de nuevo en mi departamento y seguir con mi vida normal. Sino porque ahora, recordaré que estoy solo porque tú ya no estás conmigo. No deseas estarlo. La soledad no es motivo de miedo. Solo me aterran los momentos en silencio, solo en mi cuarto, en mi cama, mirando la obscuridad a través de la ventana, y pensando en ti. Pensando lo mucho que soy feliz junto a ti, pero tú no puedes serlo conmigo. Seguiré pensando en ti, seguiré pagando ese precio por enamorarme. Infatuated. No te preocupes. Algún día ya no serás dueña de mis pensamientos y fantasías. En algún momento me libraré de tus cadenas. ’Til find somebody new…

Cpt. Y. Sparrow

No hay comentarios.: