martes, enero 02, 2007

Reflexiones Urbanas II

Gourmet Navideño

Sin duda, la cena es lo mejor de las festividades decembrinas. Aunque cada año es el mismo menú, nunca hay quejas al respecto. Son cenas peculiares. Todo mundo ya sabe lo que habrá. Sin embargo, este tipo de cenas sólo se sirven en esta época del año. Sería muy raro ir a un cumpleaños, graduación, boda o cualquier otro evento, y te encontraras con un pavo almendrado y una ensalada de manzana. Es peculiar el fenómeno. Debido a que son cenas repetitivas que sólo se dan dos días al año.

El menú es realmente exquisito. El tradicional pavo. Ya sea en sus múltiples modalidades; ahumado, almendrado, relleno, etc. En verdad es delicioso. A veces no logro comprender como un animal tan feo puede ser tan rico. La realidad es que un pavo vivo es horrible. Me pongo a pensar en la res, pollo, puerco, cabrito, etc. Y concluyo que son animales si no hermosos, si simpáticos. Pero el pavo en verdad es feo. Lo único simpático del pavo es su nombre mexicano, guajolote. No por eso es un nombre bello. Fascinante animal.

Otra delicia es el bacalao. Aquí hay discrepancia con mucha gente. Hay personas que sabiamente disfrutan de otra exquisitez. Sin embargo, existen otras tantas que no saben disfrutar este deleite. Fabuloso pescado nórdico. Simplemente el color es fascinante. Pocas cosas comestibles son naranjas. Omito las zanahorias porque no me gustan. Sin embargo, el bacalao es algo digno de alabanza e idolatría. Alguna vez escuché una definición por ahí, bastante acertada por cierto, decía el intelectual: “Es un atunzote naranja y bien pinche grande, pero no sabe a atún.”

Romeritos, pierna, lomo, puré de manzana, son otros tantos platillos tan solicitados en la temporada. Al igual que las pastas. Digna de honores es la pasta Alfredo. Delicia. Mezcla de tallarines y camarones. Pero camarones grandes y cabrones, no los pinches camaroncitos que se acostumbran en las paellas. El camarón debe ser suficientemente grande para satisfacer un bocado. Además, la pasta se prepara con varios condimentos y especias que ignoro. Sólo los conocedores de las artes obscuras de la gastronomía saben esta mezcla digna de alquimistas.

Aprovecho esta reflexión gastronómica para externar un altercado. Una molestia que me abruma por años. Malestar eterno y repetitivo. A veces me siento como Sísifo. Evidentemente yo no empujo una piedra. Pero el castigo parece eterno. Cada Diciembre, Navidad o año nuevo aparece. Es una especie de película de terror (género que es mejor conocido como de sustos o espantos) con múltiples secuelas. Por lo visto eternas. Ni siquiera Chucky o Freddy Kruger, han tenido tantas secuelas. Mi malestar se refiere a la pinche ensalada de manzana que años con años aparece en las mesas decembrinas. No sé a quien se le ocurrió este platillo navideño. Seguro a algún huevón. Este “platillo” es como mi papá dice, para el llene. Cuando el pavo, el bacalao, y todo se ha terminado, sólo la ensalada queda y pues ni modo, uno come para el llene. Odio esta ensalada. Ya sea con mayonesa o crema. Y luego algunas personas se atreven a poner almendras o nueces en esta ensalada. En verdad es molesto.

Aunque la cena de Navidad y Año Nuevo, y una que otra peda con motivos decembrinos, son deliciosas. Debo hacer una fuerte aseveración. El recalentado es infinitamente mejor. Así es. El recalentado sabe mejor que la misma cena. Además, el recalentado goza de una cotidianeidad más familiar. El glamour y la actitud fufurufa de la cena navideña o de año nuevo ya no son necesarios ni requeridos para el recalentado. El bacalao, tan sobrio y elegante, puede comerse en diferentes modalidades. Yo prefiero la torta de bacalao. Una delicia bajada del Olimpo por el mismísimo Zeus. Una fabulosa telera, mayonesa, mostaza, rajas y por supuesto, el excelso bacalao, son una delicia para el recalentado. Otra opción para el recalentado son los fabulosos tacos de pavo. Así es. Tortilla, pavo, salsa, aguacate y en algunas ocasiones frijoles. Ni Carlos V, Alejandro Magno, Napoleón disfrutaron de tan bella exquisitez. Lo importante del taco es el aguacate, mantequilla de los pobres y del pueblo, delicia arrancada del jardín del Edén. Fruta que demanda una elegía, poema, canción, himno o al menos un epitafio.

Lo importante del menú navideño es comer más allá de la saciedad. Ya sea en la cena de Navida o Año nuevo, o en los múltiples recalentados.

El Filósofo Urbano

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