viernes, octubre 27, 2006

Narraciones de la Mística Urbana IV


Hello Stranger



Estás frente a mí. Te he encontrado. Me has encontrado. Nos hemos enamorado.

Somos extraños. En medio de la casualidad hemos entrelazado nuestros destinos. El amor es caprichoso. No dudes, no pienses, Ama.


Ha estado lloviendo toda la tarde. No he salido de mi casa en todo el día. Ni siquiera me he movido de la cama. En realidad, no me importa. La lluvia ya no me deprime. Encuentro cierta melodía en aquella lluvia que por momentos parece eterna. Nada importa, sólo tú. Recostada en mí pecho. Abrazado a tu cuerpo. Siento ese aroma. Sigues dormida. Siento tu calor. Sigue dormida y no despiertes en mucho tiempo.

Siempre estuviste ahí. Cerca de mis pensamientos, de mis sueños y deseos. La cobardía era mi obstáculo. No mientas. Jamás me habías notado. Nada peor que la indiferencia. Prefiero el odio a la indiferencia.


Ayer la casualidad nos llevó a nuestros destinos. Nunca estuve en tus planes. Tu sí en los míos. En medio de fotografías, calle, gente, ahí estábamos. La plática resultaba deliciosa. Ya no recuerdo de qué hablábamos. Pero era deliciosa.


Te invité a mi casa. Sólo el deseo de continuar la plática era el motivo. El vino se había terminado y optamos por cerveza. En definitiva el líquido dorado era mejor que el seco transparente.

Hablamos, nos acercamos, nos besamos. Nos enamoramos. Ya no podía estar sin ti, imposible un mañana sin ti. Tenías que quedarte. Tampoco deseabas irte. La noche se deseaba infinita. El amanecer nos sorprendió. Fue bello. Pero el tiempo era nuestro enemigo. Te quería junto a mí, pero era consciente que cada segundo me acercaba al momento en que tuvieras que irte. Sentía placer, felicidad junto a ti, también angustia porque tendrías que dejarme en algún momento.


Disfrutamos de la melodía pluvial todo el día. Nos acariciamos, besamos y coincidimos en que estábamos enamorados. Ya no era libre, tampoco tú lo eras.


Ya no tenía miedo. Extrañamente sentía seguridad en ti. Extrañamente, me había enamorado. Al fin. Frágil y ardiente. Ninguna ilusión. Estabas en mis brazos. Te aferras a ellos. Ninguna extraña quimera. Tan real como cualquier sueño antes imaginado.

Sigues dormida. Tengo hambre, tengo sueño, siento frío. Suspiras. Nada hay por decir. Creo haberte encontrado. No te vayas. No me abandones. Jamás lo harás, yo lo sé.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por mostrarme que todavía existe el amor... lástima que no te conozco... ¿o sí?